domingo, marzo 16, 2008

Me encanta salir sola contigo.

Era mejor incluso que ir en autobús por la noche escuchando música, la sensación de andar de la mano entre la gente a la cual veíamos doble, o ahora sí, y ahora no. Además el pasillo gris parecía que de repente hacía forma de U, mis pies me pedían un monopatín y cogerte en brazos para volar con él y contigo.
Nos sentamos un poco en unas escaleras muy oscuras y al aire. Yo sabía que sentías tu corazón bombear igual de deprisa que yo sentía el mío, así que me permití el lujo de sentirnos una.
Es una sensación muy agradable la de flotar y no pesar con el corazón esquizofrénico, es como ser una pompa de jabón con vísceras.
Te quedaste con los ojos cerrados y la capucha puesta siemplemente sintiendo el cristal campando a sus anchasas por tu cuerpo. Yo me puse a escribir, mientras te miraba. Lo bueno de escribir drogada es que no tienes que pensar, todo sale solo, y salga lo que salga, te gusta tanto que serías capaz de ir de persona en persona leyéndoselo. Por suerte no lo hice, sino que me conformé con leertelo dos veces al oido. ¿Crees que se te olvidará alguna vez ese momento?

Tengo delante de mí
una pared de hormigón
y tu cara envuelta en pelo.
Tienes los brazos cruzados
y el gesto contrario al sexo
presente sin que tú lo pretendas.
Admiró de tí tu humildad,
tu humildad ontológica
tímida
tierna.
Eres pacífica porque nunca
empezarías una guerra.
eres difícil porque no sabes responder
sin defenderte.
Pero tengo paciencia,
porque sé que así te has salvado.
Tú sola, siempre.