jueves, diciembre 20, 2007

Houses of cards

En días como el de hoy, me gusta escuchar Jeremy Enigk y quedarme en la cama despierta pensando y mirando la lluvia. Es de las pocas veces que agradezco la penumbra de mi habitación.
Estoy triste. Me acuerdo del barrio de Alfama, en Lisboa. Las calles que parecían un racimo de venas. Una cuesta arriba, y al girar la esquina, una cuesta abajo. Y de repente una plaza.
La ropa estaba tendida en la calle, así que el olor a ropa limpia vagaba libre... sentía melancolía de algo que nunca he vivido. Metamelancolía, como yo la llamo.
Después, por la noche, empezaba el alcohol, los porros, las miradas complices, las fotos cachondas, explosiones de cristales en la cocina, labios enormes con un xilófono de juguete y cosas por el estilo.
Al rato, saliamos a la calle y decidíamos ir al Gremio. Una asociación que tiene un edificio enorme en el que hacen fiestas. Esa noche tocaba de los sesenta. La gente bailaba feliz y yo me sentía más o menos libre, y menos prefabricada que de costumbre.
Después a la calle a seguir hablando.

Da la sensación (desde el desconocimiento) y siemplemente llendo un poco de turista de que Lisboa es una ciudad sin gobernante que camina pacífica por sí sola. Allí cogí un poco de aire. Disfruté un poco del espacio público del que carecemos en España. No digo que allí haya todo el necesario, pero hay un poco más. O quizás lo que pasa es que el espacio público que existen, lo dejan estar...

Pero estoy triste por eso, porque vuelvo a Madrid y todo me parece muy absurdo, muy prefabricado y muy vacío. No me gustan los bares. Me gusta la calle. Me gusta hablar. Me gusta conocer gente. Me gusta poder beber y fumar en la calle. Me gustan los espacios autogestionados tomados por personas que tienen ideas. No me gustan los mismos bares clonados los unos a los otros, con la misma música. No me gustan las cosas fashion. No me gusta que la ciudad sea un escaparate. Me gusta comer cocido barato en un bar de viejos y que el camarero me conozca y cosas por ese estilo.

3 comentarios:

Inerzia dijo...

Ey!Espero que hayas hecho un montón de fotos mentales...así podrás volver a Lisboa cuando quieras...no sabes cuánto te envidio...siempre quise pasear por esas calles grises con manchas de quéséyo en las paredes de casas normales de personas normales...
Recuerda que no está tan lejos

Un beso!

Blasfuemia dijo...

Hay que pensar también que los espacios los creamos los que lo habitamos. Toma la calle, hazla tuya ;)

eco dijo...

Inerzia: He hecho fotos mentales, fotos digitales y fotos analógicas. Para la próxima intentaré hacer fotos sensacionales. En los dos sentidos de la palabra. Vaaaaaaaaaaaale, juego de palabras muy tonto...

Y tú lo has dicho, fachadas raras con estrambóticos azulejos, para gente normal.

blasfuemia: creo que voy a escribir un post sobre los espacios porque tu comentario me ha hecho pensar. Gracias!